Empezo el jueves despues de una cena de despedida que hicimos en Old Chicago, un restaurante no muy caro de sandwiches, hamburguesas, pizza y pasta (y no es un fast food).
Esa madrugada se fueron Diana, la chica de Ecuador y Kiyomi y Hiromi, las dos chicas de Japon.
Y desde ese momento empezo todo de golpe.
El viernes por la noche se fueron Marcel, el aleman y Daisuke, el japones. El sabado se fue Eileen, la alemana y el domingo por la mañana Thomas, el francés.
Y el domingo a las 3 de la tarde llegó la peor parte. Me fui yo...bueno nosotros. Nos despedimos de la residencia y e la poca gente que quedaba allí, luego fuimos a casa de una amiga que daba una fiesta por la graduación y allí le dijimos adiós a prácticamente todos los americanos con los que habíamos convivido todo el año.
Pero realmente lo peor... lo peor llegó después de Chicago, la historia que ya os conté en el último post, co0ncretamente en el aeropuerto de Dublín. Allí, después de un viaje de ocho horas a través del Océano Atlántico y una horita de espera le dije adiós a Katherine, la persona con la cual he pasado más tiempo en estos últimos 8 meses.
Evidentemente no es un adiós definitivo, ni mucho menos, pero pena dió, y mucha...
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