La llegada

Pues después de todo el rollo de la espera y eso, llegué a la T-1 (que yo pensaba que era la T-4) de Barajas.
El viaje fue fantástico, me senté en el avión en Dublín, a los 3 minutos me sobé y me desperté en Madrid, no me enteré de nada, por lo cansado que estaba, lo cual estuvo genial, pero que me deja con la duda de sí pusieron algo de bebida durante el viaje.
A la llegada y después de media (hora de reloj) esperando por las maletas, me esperaban mis padres, mi hermana y Enma.
De ahí nos fuimos a dejar la maleta a la estación de Chamartín para que fuera más fácil para la vuelta a Vigo (y porque en el piso de mi hermana no sólo no cabía sino que hubiera sido una odisea subirla a un cuarto piso sin ascensor). Una vez en el piso, una ducha y a ver la ciudad, que realmente nunca la había visto en condiciones.
Estuvo muy bien, todos los monumentos, las obras, las estatuas, las obras, los edificios importantes, las obras...Y las tapas aquellas, que estaban increíbles.
La verdad es que no sé cómo sobreviví despues de una semana entera caminando por tres ciudades distintas y durmiendo práctcamente nada.
Después de todo eso, la vuelta a Vigo, un viajecito de ocho horas en tren.